jueves, 14 de marzo de 2013

Principales medidas económicas del bienio progresista, 1854-1856.


El Bienio Progresista, entre los años 1854 y 1856, fue el momento en el que los progresistas, por medio de un pronunciamiento militar (la “vicalvarada”) secundado incluso por algunos moderados (O’donnell), vuelven al poder tras diez años de gobierno.
En este breve periodo de tiempo llevaron a cabo una importante labor legislativa de tipo económico dirigida a liberalizar la economía e impulsar su modernización, así como a solucionar los graves problemas financieros del Estado derivados de la deuda pública.
En primer lugar, se decreto una nueva desamortización, conocida como Ley General de Desamortización, obra de Pascual Madoz. Esta segunda desamortización (la anterior la realizo Mendizábal en 1836) afecto principalmente a los bienes de los ayuntamientos, llamados propios y comunes, y del Estado, y en menor medida a bienes de la Iglesia. El objetivo fue sanear la Hacienda, reduciendo la deuda pública, y recaudar fondos para desarrollar la red ferroviaria. Fomento la acumulación de la propiedad en manos de los grandes inversores y terratenientes y supuso un importante revés para los campesinos más pobres, que perdieron los bienes comunales de los que dependía una parte de su subsistencia. Aumento la producción, pero no modifico la estructura de la propiedad.
El lento desarrollo ferrocarril, que era un elemento clave para el avance económico del país, se intento agilizar el tendido ferroviario por medio de la Ley General de Ferrocarriles (1855). Se fijaron unas condiciones muy favorables para atraer inversiones: exenciones fiscales, avales del Estado para garantizar las inversiones, importación de material sin pagar aranceles, etc. El resultado fue un aumento espectacular en los años siguientes de los kilómetros de ferrocarril (se paso de 200 a 5000), pero, por el contrario, no sirvió para el desarrollo de la industria nacional, especialmente la siderurgia, porque casi todo el material se importo. Los inversores, tanto españoles como extranjeros, ganaron importantes sumas especulando en bolsa con las acciones de las compañías ferroviarias, muchas de las cuales entraron rápidamente en quiebra cuando la explotación de las líneas no dio los rendimientos esperados. Además se crea una red radial que no consolida un mercado nacional uniendo los centros productores con centros de consumo.
Las grandes inversiones requeridas, tanto para el ferrocarril como para la industrialización, precisaban de un sistema bancario que aportara créditos para financiarlas y de empresas por acciones (sociedades anónimas) capaces de acometer grandes proyectos empresariales. Con el fin de crear un marco adecuado para el desarrollo del sector financiero, las Cortes del Bienio aprobaron una Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias que permitió la creación de un marco financiero moderno. Surgieron bancos industriales, comerciales, de emisión de moneda (creación del Banco de España, antigua Banco de San Fernando) y sociedades bancarias y crediticias de todo tipo, muchas de ellas con capital extranjero, especialmente francés.
La legislación se completo con otras leyes que liberalizaron el sector de la minería, fomentaron el tendido de líneas de telégrafo, la construcción de carreteras o la reforestación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario